Se cumplen 212 años de la masacre de más de 300 quiteños por reclamar por los abusos del poder.
Se cumplen 212 años de la masacre de más de 300 quiteños por reclamar por los abusos del poder.
En cera quedó inmortalizada parte de la masacre de aquel 2 de agosto de 1810, hace 212 años, para mantener viva la memoria de aquel episodio atroz que vivieron los habitantes de Quito. Es impresionante la escena representada y expuesta precisamente en el lugar de los hechos, en el que antes era el Real Cuartel de Lima, hoy museo Alberto Mena Caamaño. En especial, de los momentos plasmado en la figuras de cera, impresiona el momento previo al asesinato de Manuel Quiroga, prisionero que, según la historia, en el momento de la revuelta de los vecinos se encontraba con la visita de sus dos hijas, quienes previo a la ejecución suplican al soldado no hacer daño a su padre.
Los adjetivos se quedan cortos para calificar aquel episodio que constituye uno de los hechos más violento y frívolos de la historia de Quito. Ese 2 de agosto murieron más de 300 personas que se levantaron para protestar por las represalias que había tomado el Conde Ruiz de Castilla, presidente de la Audiencia de Quito, contra los exintegrantes de la Junta Soberana de Gobierno que se había conformado después de la revolución del 10 de agosto de 1809. En un principio Ruiz de Castilla se había comprometido a no tomar acciones contra los revolucionarios, pero más tarde, luego de recibir nuevamente el poder de parte de los independentistas, no respetó su palabra y pidió prisión permanente y hasta pena de muerte para los patriotas.
Esa sentencia indignó a la población que más tarde planificó la revuelta contra el Real Cuartel de Lima, con la intención de rescatar a los prisioneros. En ese propósito, 6 personas ingresaron al regimiento armados de cuchillos, mientras otros se salían a las calles. Bajo el temor de perder el control el Capitán Galup ordenó fuego contra los presos. Los próceres fueron sometidos con hachas, sables y balas.
Los soldados, furiosos por la incursión, salieron a las calles a enfrentarse con la población. Se cuenta que la guardia del Real Cuartel de Lima, a más de herir y asesinar, aprovechó para cometer saqueos y otros abusos, violaciones que en realidad ya eran constantes en su actuar contra los quiteños.
Entre los asesinados en el Real Cuartel de Lima se cuentan a: Juan de Dios Morales, Juan Salinas, Manuel Rodríguez, Francisco Javier Ascázubi, José Luis Riofrio, Juan Larrea y Manuel Quiroga, a más de familiares de varios de los próceres que en esos instantes les llevaban el almuerzo