Quito o Kitu merece una celebración real.
Con todo el legado y las bondades heredadas en este territorio no todo está garantizado. Las amenazas siguen creciendo, evolucionando y consolidándose como un riesgo para la vida pacífica, sana y segura. San Francisco de Quito es una ciudad para apropiarse pero desde su historia, valorando su pasado y sacrificio para entenderla, quererla y respetarla. Como quiteños, nacidos o no aquí, estamos convocados a la minga por su conservación, no solamente por la infraestructura en general, sino también por la salud social y ambiental de la capital.
Quito, al igual que otras urbes nacionales e internacionales, también ha sido impactada por las lacras, por los fenómenos que devienen de estar socialmente debilitados: cuando la pobreza campea y el acceso a derechos y servicios es limitado. Hoy es de lo más cotidiano revisar información sobre atentados, sobre hechos que ahondan esa sensación de inseguridad o inestabilidad emocional. Pero, peor aún, esas amenazas no están solo en las calles, sino también dentro de las escuelas, colegios, instituciones de la seguridad pública y hasta en la propia casa, es lo que reflejan los titulares más frescos sobre los casos violencia de género.
Son tiempos de fiesta, tiempos para cantar el “Chullita Quiteño” a todo pulmón, como queriendo rechazar o esconder el duro panorama en el que todos tenemos responsabilidad y que nos asusta. La celebración, el bullicio, por ahora sirven para eso, para disimular un paisaje nocivo que aún con la fiesta no se va, que solo se disipa un poco con la algarabía de las fechas.
Esta ciudad nos fue entregada a costa de sangre, a costa de la vida de mártires que vieron más allá de sí mismo para que podamos disfrutar de ese derecho primordial, el derecho a la vida y a la libertad, sin embargo no somos congruentes con el sacrificio que precede cuando somos actuamos con injusticia, irresponsabilidad, cuando no fomentamos el respeto y la igual para todos, circunstancias que son el caldo de cultivo para tener una sociedad en conflicto.
Quito merece una celebración real que valore su pasado y su razón de ser. Quito merece una celebración con acciones y compromisos de mejores ciudadanos y ciudadanas que fomentan espacios de paz, de bien, de justicia.
Irfeyal es parte de ese compromiso desde la educación como un pilar indispensable para impulsar una sociedad rica en valores de convivencia, de respeto e igualdad. Esta es nuestra forma de honrar a San Francisco de Quito en su aniversario de fundación, compartiendo de su historia e interesándonos con los temas inherentes a la ciudad capital.
¡Viva Quito!